Había una vez un pueblo en el que solo meaban los hombres.
Seguramente este título os llame la atención pero os aseguro que no os habrá sorprendido tanto como a unas compañeras y a mi la historia que os voy a contar. Un viernes noche como gente joven que somos salimos de fiesta, una cosa normal y corriente que hace toda hija de vecina, y como toda hija de vecina nos bebimos unas cervezas, como sabéis la cerveza es diurética y hace hablando claro, que te mees más de lo normal. Cuál fue nuestra sorpresa que al llegar a la conocida plaza de “la Cibelina” de Getafe nos encontramos con una situación bastante sorprendente justo en una esquina había unos urinarios públicos para hombres, y digo para hombres, porque tanto la forma como la altura estaban hechas para que se sacaran su poderoso pene y pudiesen mear a gusto no con mucha intimidad pero si con más que la que puedan tener meando contra una pared o en cualquier rincón. Claro, nuestros acompañantes con pene se pusieron a mear y mientras nosotras aguantando, que no meamos en l